Bahia Guamache Margarita imagen radar naufragio submarino
Cubagua ferry Sunken sunke
Archipiélago Los Roques
Playa la Gabarra Mochima , Sucre
Vapor El Carupanero Isla Caracas Oeste Foto Juan Pedro Ruiz Allais, Anzoategui
Al ser las costas venezolanas parte del Mar Caribe, fueron escenario de batallas, entre piratas, corsarios, filibusteros, bucaneros, y pare ud. de contar. Españoles, holandeses, ingleses y franceses se disputaron nuestras tierras con el fin de aprovecharse de las riquezas halladas en sus viajes de conquista a nuestros pueblos indígenas.
Atraídos por el triple motivo de explotar las salinas, asaltar las flotas y puertos españoles y organizar una buena red de contrabando; aprovecharon los depósitos de sal en Araya, realizaron contrabando en Cumana y Margarita, y se refugiaron en La Tortuga para preparar sus futuros asaltos.
Se libraron campañas navales en época de la Independencia, siendo la más importante la batalla naval del Lago de Maracaibo de 1823, la cual sellaría definitivamente la independencia venezolana.
Muchas embarcaciones han tenido que batallar en nuestras aguas, algunas se han enfrentado a la fuerza inclemente de la naturaleza, algunas han salido vencidas, algunas han buscado su paz en el fondo de nuestras costas. Naufragios perdidos en el tiempo, llenos de historia, fuentes de leyendas y motivo de curiosidad de muchos.
Del siglo XVII se conoce, que cercano a las costas de Margarita se encuentra un Navío español hundido desde 1637
En 1669, el “Magdalena” galeón español comandado por Don Alonso del Campo, que junto al “Luis” y “La Marquesa” intentaban, apostados en la salida al Caribe, impedir la huida del pirata Henry Morgan quien había saqueado Maracaibo, torturando a los civiles y tratando de obtener rescate a cambio de la entrega de la ciudad. Morgan lanzo un pequeño barco, con muñecos disfrazados y cañones de madera pero cargado de material explosivo, contra el “Magdalena”, varios tripulantes encendieron las mechas y se lanzaron al agua; se produjo entonces una explosión de tal magnitud que el “Magdalena” se hundió.
El capitán del “Luis”, ordenó una torpe maniobra y chocó contra unos bajos. Los piratas se aprestaron a rodear a “La Marquesa”, que resultó apresada tras una encarnizada lucha. Luego, Morgan ordenó un asalto frontal a la fortificación española que custodiaba el estrecho. En el primer asalto, perdió a 30 hombres. Luego ordenó que los hombres embarcaran en lanchas y simularan un desembarco fuera de la vista de los españoles, quienes temiendo un ataque desde tierra, cambiaron la orientación de sus cañones y Morgan pudo entonces escapar.
En 1678 cuando una flota de guerra francesa bajo el mando del almirante conde Jean d’Estrees, se disponía a ocupar la colonia holandesa de Curazao (cercana a Las Aves) naufragó en aguas del archipiélago.
En total se hundieron 17 barcos (es decir casi todos los barcos de esa flota). El almirante d’Estrées había pasado por el vecino archipiélago de los Roques, cuando una pequeña flota neerlandesa tratando de proteger sus colonias zarpó hasta Las Aves para defenderse del ataque francés. Los neerlandeses maniobraron en la laguna central de Las Aves tratando de simular luces que hiciesen parecer al archipiélago parte de bonaire, la intención era atraer a los franceses, quienes encabezados por su buque insignia Le Terrible (español: El terrible) fueron directamente hacia el arrecife de coral.
Le Terrible no pudo evitar el arrecife, d’Estrées ordenó que dispararan armas de fuego para advertir al resto de la flota, pero las tripulaciones de los otros buques pensaban que estaban bajo el ataque de los neerlandeses y corrieron en su ayuda. Uno a uno, el resto de los buques de la flota golpearon el arrecife y se hundieron, 500 marineros se ahogaron.
Siglo XVIII:
De acuerdo a la investigación documental, en las costas del estado Vargas se encuentran cuatro naufragios: la balandra Benjamín, que naufragó en 1718, una balandra de nombre desconocido que naufragó en 1762, una goleta también de nombre desconocido que naufragó en 1779 y el navío mercante San Julián, que naufragó en 1779.
La balandra Benjamín, presumiblemente británica, transportaba pertrechos, cacao, caldos y alquitrán. Se encontraba fondeada sin amarras cuando sobrevino un mar de leva y fue a dar a la costa. Se recuperaron los pertrechos que estaban en buen estado, los palos y todos sus trastos, quedando solo el casco en la playa.
La balandra, de nombre desconocido, auspiciada por el Gobernador de la Provincia de Caracas, fue víctima de un ataque, siendo obligada a dirigirse a unas piedras en la costa. De la goleta solo se sabe que pertenecía a la Real Compañía Guipuzcoana y fue víctima de un ataque enemigo. Este era un barco pequeño con aparejo de dos mástiles que llevaban velas áuricas. Su capacidad era de entre 50 y 200 toneladas y tenía forma fina y puntiaguda.
El navío mercante San Julián, propiedad de la Real Compañía Guipuzcoana, fue construido en el siglo XVI y era un barco parecido al galeón, pero de menor superficie, ya que no precisaba llevar artillería y contaba con los avances de la navegación de la época como el reparto de las velas en mayor cantidad de palos. Éste transportaba aguardiente, hierro y otros pertrechos; se incendió en La Guaira, el barco quedó hundido y su casco se destruyó. A pesar de ello se recuperaron algunos pertrechos.
Siglo XIX:
1800 – Galeón para transporte de cacao. Punta de Chuao, Choroni.
En 1815, durante la guerra de independencia, se hundió entre Coche y Cubagua el navío San Pedro de Alcántara, buque insignia de la expedición al mando del español Pablo Morillo y se perdieron vidas humanas, 74 cañones, armamentos, caballos y el tesoro de la Virgen del Valle.
1824 – Barco de Los Patriotas, Vela de Coro
1868 – Barco de Vapor, Al Norte de la Guaira
Siglo XX
1900 Vapor El Carupanero, Isla Caracas, Mochima
1914 – Vapor Masparro, que pertenecía a la Compañía Venezolana de Navegación, completaba la misión de transportar efectivos militares a Guasdualito para sofocar una rebelión en contra del Presidente Juan Vicente Gómez. Naufrago en el sector de La Lagunota, a causa de un fuerte vendaval, en el río Apure, en las cercanías de la población de Apurito. Con un total de 72 personas a bordo. El capitán del barco era Nicolás Subero, quedó volcado totalmente. Perecieron ahogados 26 personas, entre las cuales se contaron siete tripulantes de la nave y al General Garrido.
Pese a todos los esfuerzos realizados, no se logró rescatar todos los cadáveres, entre ellos el del general Garrido. Se recuperaron gran parte de los diversos valores que iban en el barco. Se convirtió en una leyenda, se escribieron novelas y cuentos, relacionados con esta embarcación, incluso se habla que debajo de estos escombros hay morocotas, armas y distintas cosas.
En 1941, fueron incendiadas siete naves mercantes pertenecientes a Italia y Alemania, que estuvieron refugiadas Puerto Cabello durante dos años, luego de no poder regresar a sus países de origen a causa del inicio de la segunda guerra mundial y estar acosados por barcos ingleses y franceses que se encontraban en la zona.
Las tripulaciones de las embarcaciones le prenden fuego, luego de que el presidente de los Estados Unidos, Roosevelt da la orden de proceder a incautar los barcos alemanes e italianos ubicados en los puertos norteamericanos. A este evento el llaman “La noche de la traición”, debido a que los capitanes y tripulaciones de dichos barcos, hacían vida en Puerto Cabello, eran huéspedes de los locales, estos a ver incendiados los barcos se sintieron traicionados.
Los barcos incendiados: "Jole Fassio", "Trottiera" y "Teresa Odero" fueron reflotados. Más tarde todos excepto el "Teresa Odero" fueron vendidos a los E.E.U.U. conjunto a los otros tres barcos italianos que se encontraban en la bahía, el "Bacicin Padre", el "Alabama" y el "Dentice"; el "Teresa Odero" fue adquirido por Argentina.A raíz de estas declaraciones México y Cuba toman medidas parecidas. La noticia llega a Puerto Cabello y los capitanes de los navíos habían recibido con anterioridad instrucciones de no permitir bajo ninguna circunstancia que estas embarcaciones cayeran en manos enemigas, es por esto que deciden quemarlas en el puerto.
El buque alemán "Sesostris" quedo tan destruido que fue imposible su reconstrucción, y por orden del presidente Isaias Medina Angarita fue desguazado, remolcado y abandonado en una isla cercana a Puerto Cabello llamada Isla Larga, donde aún permanece hundido, como mudo testigo y recuerdo de aquel triste episodio. En esta misma isla, yacen: otro barco italiano llamado “Yacko” posado perpendicular al sesostris, una gabarra entre estos dos, y un barco pesquero al frente de la isla denominado “barquito misterioso”.
En 1945 un Submarino alemán de la II Guerra Mundial (“Uboot”), se hundió en la Bahía de Mochima, dos pobladores de la zona, observaron en una madrugada entrar por la bahía una extraña embarcación de color gris azulado, donde únicamente había “catires”, en la torre. Posteriormente, en 1977, el biólogo Rodolfo Plaza avistó fortuitamente la timonera de lo que parecía ser un submarino semisumergido en el fango. Luego, en 1980, el investigador francés Jacques Costeau, que realizaba estudios oceanográficos en el área, detectó con el sonar de su buque “Calypso”, la silueta de lo que parecía ser un submarino alemán del tipo XXIII.
La Armada de Venezuela en una expedición dirigida por el capitán de navío Luis Farage Dangel, director de Acervo y Estudios Históricos Navales de la Armada, ha precisado la ubicación, a través de imágenes de ecosonda de alta precisión, en el marco de las actividades de arqueología submarina que adelanta la Armada, se están realizando labores de investigación y verificación.
Muchas otras embarcaciones y pecios se encuentran en nuestras aguas, algunas han sido visitadas por los buzos, otras yacen en fondos inalcanzables, otros han sido hundidos intencionalmente para generar arrecifes artificiales. Y seguramente habrán otros de los que se desconoce por completo su paradero.
En Mochima se encuentran aparentemente un galeón holandés del siglo VVII y de una goleta española del siglo XIX.
En La Sabana han encontrados restos de naufragios, en los que se hallaron cañones de diferentes épocas. Uno de ellos de 1553, del fabricante holandés Remigy de Halut, llamado "El Fundidor del Emperador", los cartuchos y culata tienen la inscripción del rey Carlos I.
El segundo cañón data de 1632 y fue elaborado por Clawes Vandam, un fundidor danés que trabajo en Hamburgo, Alemania, para el rey Felipe IV.
Otros cañones fueron sacados por pescadores y vendidos. La Armada se hizo cargo de la investigación. Poco se sabe de la historia de este o estos naufragios, muchas leyendas han surgido, cuentos de piratas holandeses, de alguna batalla de españoles y corsarios, o quizás tropas independentistas.
Los invito a compartir con nosotros historias de estos moradores del fondo.