Arriba la Culebrina de bronce de La Sabana recien rescatada del pecio y abajo la misma culebrina luego de ser mal restaurada sin utilizar la metodología cientíca destruyendo su patina original luego de ser pulido
Fotos: Charles Brewer-Carias
Los cañones de bronce rescatados del pecio de La Sabana corren peligro en manos del IPC
Esto es algo por lo cual preocuparse, porque sobre lo que alerto aquí le está ocurriendo a unos cañones provenientes de un naufragio encontrado en el Litoral Central de Venezuela.Cuando Rodolfo Plaza, Beatriz Sogbe y mi persona aceptamos ser entrevistados por una reportera de El Nacional, fue para ayudar a que no se olvidara lo que habíamos hecho por el patrimonio nacional hace tres años, y porque pensamos que al igual que nosotros, la opinión pública continuaría preocupada por el destino de cinco de los maravillosos cañones que habían sido encontrados en un pecio cercano al pueblo de La Sabana. Nunca pensamos que la entrevista tendría un efecto tan inmediato; ya que cinco días después, las autoridades policiales encontraron escondidas en el estado Carabobo tres de las magníficas piezas de artillería que de una forma misteriosa se extraviaron después de que las habíamos ubicado y logrado que los pescadores que las encontraron, no las siguieran cortando y vendiendo como chatarra. Entonces solicitamos el auspicio y control por parte del Instituto del Patrimonio Cultural de Venezuela (IPC) (carta 09-01-2007).
Para lograr la ubicación de aquellas reliquias, estuvimos entonces involucrados un grupo de 14 investigadores y expertos que trabajamos gratuitamente en las labores submarinas, de estudio y de conservación que fueron necesarias para garantizar que ese pecio, representado entre otras cosas por al menos las cinco formidables culebrinas, pudiese ser exhibido en un Museo marítimo que se construiría en algún lugar del Litoral Central, como La Sabana o Caruao.
Sin embargo, el convenio que hicimos entonces con el IPC no se respetó y ahora, en vez de alegrarnos por el rescate de estos otros cañones, estamos más preocupados que cuando estaban perdidos. Este instituto decidió contratar el año pasado a un supuesto experto original de la Isla de la Rumba, quien se empeñó en limpiar la única Culebrina que había sido atesorada con gran cuidado por un particular antes de que le fuese arrebatada de forma violenta por las autoridades del Instituto durante una noche del mes de enero del 2007.
Decimos que nos encontramos ahora más preocupados que antes, porque este rumbero restaurador, que más bien trabaja como santero, cometió un acto de barbarie, para no buscar otro término que defina lo que hace la ignorancia. Con gran saña y detalle logró eliminar toda la hermosa pátina verde cuatro veces centenaria que le daba a esta pieza de artillería la credencial histórica apropiada y de la que dejamos testimonio cuando, acompañados por el biólogo y buzo experto Prof. Rodolfo Plaza, fotografiamos y publicamos en el Noticiero Digital de diciembre de 2006 las fotografías que documentaron el estado de conservación en el que se encontraba entonces la Culebrina.
Pero si que no dejaremos de temblar por los cañones; debido a que se encuentran ya en manos de un Instituto que no tiene idea de que los cañones de bronce no pueden ser limpiados hasta el metal. Esto resulta evidente porque no aplicaron el método de tratamiento que se le hizo recientemente a los cañones que fueron rescatados del pecio del San Diego en la bahia de Filipinas. Tampoco consultaron sobre el tratamiento que se habría hecho a los numerosos cañones rescatados del buque insignia VASA ni sobre lo que se había hecho con piezas de artillería similares que ahora reposan en el Museo de la Armada en Paris (Musée de l’Armée française de Les Invalides), donde el Sr. Alfredo Chacón-Dominguez-Moreau obtuvo en Abril -2009 la imagen que adjuntamos para ilustrar como están esos cañones cubiertos con su valiosa pátina verde que los ha protegido por siglos (ver fotografía adjunta).
Igualmente es importante saber que, cuando Clawes Van Dam fundió este cañón en 1632, se decía de aquellos que aparentaban lo que no eran que se estaban “haciendo el verde“, porque había entonces marinos que pintaban de color verde sus cañones de hierro, para así hacer creer que eran de alcurnia. Sólo los barcos insignias tripulados por almirantes y contraalmirantes iban oficialmente armados con cañones verdes (de bronce), debido a que si éstos llegan a estallar por alguna causa, no esparcen la mortífera metralla que usualmente se desprendía cuando algún cañón de hierro débil y mal cargado lo hacía. Por cierto, este cañón fue fundido en el siglo XVII, y no el XVI como dice el babalao en la publicación que hizo para justificar su atrocidad.
También tuvo que saber este restaurador originario de una isla llena de cañones y de historia donde hay indiscutibles expertos en arqueología submarina que bastaba sumergir el bronce en agua dulce por varios días y después hacerle pasar una muy débil corriente continua (DC) dentro de un tanque con agua carbonatada. Esta corriente extrae los pocos iones de cloro que hubiesen penetrado al metal por haber estado sumergido bajo el mar durante centenares de años (© Claude Formet, Paris 1997).
Vemos ahora con enorme tristeza y decepción, como el IPC nos engañó y se despreció completamente la preocupación que mostramos los que nos pusimos gratuitamente a la orden del Instituto en diciembre de 2006. Aquel patriótico esfuerzo fue en vano y nos hizo granjear la enemistad de gente muy valiosa y emprendedora. Pero además lo que nos da mayor frustración es darnos cuenta que si no hubiese sido ilegal que estos cañones hubiesen permanecido escondidos por un tiempo en el sótano de algún particular y este importante Instituto IPC se hubiese dedicado a inventariar, estudiar y conservar mejor este y los otros pecios que conocemos; no se habría perdido esa valiosísima pátina verde que el tiempo, el mar y la historia, habían impreso sobre los cañones de bronce del pecio de La Sabana.
Los cañones de bronce rescatados del pecio de La Sabana corren peligro en manos del IPC
Esto es algo por lo cual preocuparse, porque sobre lo que alerto aquí le está ocurriendo a unos cañones provenientes de un naufragio encontrado en el Litoral Central de Venezuela.Cuando Rodolfo Plaza, Beatriz Sogbe y mi persona aceptamos ser entrevistados por una reportera de El Nacional, fue para ayudar a que no se olvidara lo que habíamos hecho por el patrimonio nacional hace tres años, y porque pensamos que al igual que nosotros, la opinión pública continuaría preocupada por el destino de cinco de los maravillosos cañones que habían sido encontrados en un pecio cercano al pueblo de La Sabana. Nunca pensamos que la entrevista tendría un efecto tan inmediato; ya que cinco días después, las autoridades policiales encontraron escondidas en el estado Carabobo tres de las magníficas piezas de artillería que de una forma misteriosa se extraviaron después de que las habíamos ubicado y logrado que los pescadores que las encontraron, no las siguieran cortando y vendiendo como chatarra. Entonces solicitamos el auspicio y control por parte del Instituto del Patrimonio Cultural de Venezuela (IPC) (carta 09-01-2007).
Para lograr la ubicación de aquellas reliquias, estuvimos entonces involucrados un grupo de 14 investigadores y expertos que trabajamos gratuitamente en las labores submarinas, de estudio y de conservación que fueron necesarias para garantizar que ese pecio, representado entre otras cosas por al menos las cinco formidables culebrinas, pudiese ser exhibido en un Museo marítimo que se construiría en algún lugar del Litoral Central, como La Sabana o Caruao.
Sin embargo, el convenio que hicimos entonces con el IPC no se respetó y ahora, en vez de alegrarnos por el rescate de estos otros cañones, estamos más preocupados que cuando estaban perdidos. Este instituto decidió contratar el año pasado a un supuesto experto original de la Isla de la Rumba, quien se empeñó en limpiar la única Culebrina que había sido atesorada con gran cuidado por un particular antes de que le fuese arrebatada de forma violenta por las autoridades del Instituto durante una noche del mes de enero del 2007.
Decimos que nos encontramos ahora más preocupados que antes, porque este rumbero restaurador, que más bien trabaja como santero, cometió un acto de barbarie, para no buscar otro término que defina lo que hace la ignorancia. Con gran saña y detalle logró eliminar toda la hermosa pátina verde cuatro veces centenaria que le daba a esta pieza de artillería la credencial histórica apropiada y de la que dejamos testimonio cuando, acompañados por el biólogo y buzo experto Prof. Rodolfo Plaza, fotografiamos y publicamos en el Noticiero Digital de diciembre de 2006 las fotografías que documentaron el estado de conservación en el que se encontraba entonces la Culebrina.
Pero si que no dejaremos de temblar por los cañones; debido a que se encuentran ya en manos de un Instituto que no tiene idea de que los cañones de bronce no pueden ser limpiados hasta el metal. Esto resulta evidente porque no aplicaron el método de tratamiento que se le hizo recientemente a los cañones que fueron rescatados del pecio del San Diego en la bahia de Filipinas. Tampoco consultaron sobre el tratamiento que se habría hecho a los numerosos cañones rescatados del buque insignia VASA ni sobre lo que se había hecho con piezas de artillería similares que ahora reposan en el Museo de la Armada en Paris (Musée de l’Armée française de Les Invalides), donde el Sr. Alfredo Chacón-Dominguez-Moreau obtuvo en Abril -2009 la imagen que adjuntamos para ilustrar como están esos cañones cubiertos con su valiosa pátina verde que los ha protegido por siglos (ver fotografía adjunta).
Igualmente es importante saber que, cuando Clawes Van Dam fundió este cañón en 1632, se decía de aquellos que aparentaban lo que no eran que se estaban “haciendo el verde“, porque había entonces marinos que pintaban de color verde sus cañones de hierro, para así hacer creer que eran de alcurnia. Sólo los barcos insignias tripulados por almirantes y contraalmirantes iban oficialmente armados con cañones verdes (de bronce), debido a que si éstos llegan a estallar por alguna causa, no esparcen la mortífera metralla que usualmente se desprendía cuando algún cañón de hierro débil y mal cargado lo hacía. Por cierto, este cañón fue fundido en el siglo XVII, y no el XVI como dice el babalao en la publicación que hizo para justificar su atrocidad.
También tuvo que saber este restaurador originario de una isla llena de cañones y de historia donde hay indiscutibles expertos en arqueología submarina que bastaba sumergir el bronce en agua dulce por varios días y después hacerle pasar una muy débil corriente continua (DC) dentro de un tanque con agua carbonatada. Esta corriente extrae los pocos iones de cloro que hubiesen penetrado al metal por haber estado sumergido bajo el mar durante centenares de años (© Claude Formet, Paris 1997).
Vemos ahora con enorme tristeza y decepción, como el IPC nos engañó y se despreció completamente la preocupación que mostramos los que nos pusimos gratuitamente a la orden del Instituto en diciembre de 2006. Aquel patriótico esfuerzo fue en vano y nos hizo granjear la enemistad de gente muy valiosa y emprendedora. Pero además lo que nos da mayor frustración es darnos cuenta que si no hubiese sido ilegal que estos cañones hubiesen permanecido escondidos por un tiempo en el sótano de algún particular y este importante Instituto IPC se hubiese dedicado a inventariar, estudiar y conservar mejor este y los otros pecios que conocemos; no se habría perdido esa valiosísima pátina verde que el tiempo, el mar y la historia, habían impreso sobre los cañones de bronce del pecio de La Sabana.
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