Piedra Pintada del valle de Vigirima, Estado Carabobo
Al observar los grabados rupestres del valle del río Vigirima es común topase con imágenes que semejan actos de alumbramiento, gravidez o menstruación. Estas escenas vienen acompañadas, en la mayoría de los casos, por otras figuras que forman un hilo general del lenguaje ideográfico representado, algunas tan contiguas que forman un único diseño. Al respecto presentaremos algunos ejemplos y conjeturas.
En el yacimiento "piedra pintada", en el sector Tronconero, hay una representación de espectacular belleza, ajustada a los criterios antes citados. Se trata de una figura antropomorfa en estado de gravidez y en posición de parto, ataviada con apéndices cefálicos en forma de volutas, formando conjunto con una imagen zoomorfa unida a ella en una de sus extremidades. El cuadrúpedo, de cola prensil y apéndices cefálicos que a su vez conforman la extremidad de la figura humana, se ubica custodiando el parto, presto a dar cobijo al hijo que nacerá. Esta escena, según nuestra hipótesis, guarda relación con los rituales propiciatorios de la fertilidad de la mujer, interviniendo los espíritus protectores (los tótems) encargados de salvaguardar la subsistencia y el bienestar del grupo clánico simbolizado.
Para nuestros aborígenes el común acto de parir constituía un acontecimiento mágico, misterioso. Por tanto la potencia de la hembra y su don debían acompañarse y dar una protección especial durante el alumbramiento, abarcando hasta los primeros días de vida del recién nacido, donde incluso el padre participaba activamente. Es por ello que en los sitios de ceremonia donde se encuentran los petroglifos, estas escenas fungirían de recursos mnemotécnicos a los neófitos e iniciados en los ritos propiciatorios relacionados con el nacimiento, dirigidos a procurar la subsistencia y reproducción del grupo. En el intento de intervenir favorablemente en este proceso vital, el símbolo sagrado proyectaba el contenido derivado de la psiquis, henchido de fuerzas que van más allá de lo terreno, facilitando el contacto con las fuerzas ocultas que regían el mundo natural.
Otra representación que traemos a colación es la ubicada en la llamada "Piedra del río", así nombrada por el surco vertical filiforme que en exacta orientación norte-sur atraviesa la roca en su centro, asociada según algunos autores a un arroyo o curso de agua. En esta ocasión se observa una figura acuclillada en posición de parto, compartiendo una de sus extremidades con otra grafía que evoca la forma de los ojos de una lechuza. En el medio del diseño filiforme se distingue una figura humana formando parte del diseño ideográfico general que por la posición de sus extremidades pareciese en estado de meditación. Nos encontramos hipotéticamente con la figura chamánica conectando el mundo material y el inmaterial, siendo el hilo conductor la línea que en sus extremos personifica la tierra y el cielo (el mundo material y el inframundo). Enrocas cercanas se observan signos conocidos como la "doble espiral invertida", cuya utilización en los rituales de iniciación femenina fue colectada por el investigador etnológico Omar González Ñáñez entre los grupos warekenas, de filiación lingüística arawak, habitantes de la región limítrofe entre Colombia, Brasil yVenezuela. Otra vez la acción es clara: estar presente en el acto de alumbramiento para brindar protección al nuevo integrante del clan matrilineal y así favorecer la perpetuidad de su linaje.
Los petroglifos del valle del río Vigirima están llenos de misterios que esperan su desentrañamiento. Sin embargo el acelerado proceso de destrucción a que están sometidos atenta en contra de la consecución de sus preciados conocimientos. Lo importante aquí es la concienciación comunitaria que contribuya positivamente a su conservación. Si los dejamos perder estaremos desperdiciando páginas enteras de nuestra historia y la oportunidad de entender y recuperar el mágico mundo de nuestros ancestros indígenas.
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