lunes, 12 de noviembre de 2012

IVIC rinde homenaje a José María Cruxent

 
 
Jose Maria Cruxent en la Expedicion ELATA a las cabeceras del Orinoco en 1952
 
Horacio Biord Jefe del Centro de Antropología del IVIC

Fuente: www.bitacora.ivic.gob.ve Caracas, 1 de abril de 2011
Hace 100 años nació el hombre que se dedicó completamente a excavar pueblos enteros para demostrar, evidencia en mano, que la historia de América no comenzaba en 1492 con la ocupación española, sino miles de años antes.
José María Cruxent nació en Cataluña en enero de 1911 pero vivió casi toda su vida en Venezuela, iniciando los primeros estudios de arqueología en nuestro país y Latinoamérica. Uno de sus grandes legados fue la fundación del Centro de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), motivo de sobra para rendirle homenaje en el marco de la celebración del centenario de su natalicio (1911-2011), que coincide con el Bicentenario de la Independencia de la República Bolivariana de Venezuela.
 
La arqueología es una ciencia social que utiliza objetos del pasado para estudiar a las sociedades a través del tiempo. Cruxent “logró combinar los enfoques arqueológico y antropológico, tratando de integrar al hombre que estaba junto a esos restos antiguos” explicó el Dr. Horario Biord, jefe del Centro de Antropología del IVIC.
El ciclo de actividades conmemorativas empezó con un conversatorio a cargo de José Ignacio Cruxent, hijo menor del reconocido arqueólogo, quien recordó sus experiencias más íntimas en compañía de su padre.
La jornada continuó con la presentación del Dr. José Oliver, experto del Instituto de Arqueología de la Universidad de Londres (Inglaterra), quien ofreció la conferencia Caciques y cemíes. La evolución de la imaginería político-religiosa del poderío caciquil antillano. Esta investigación se basa en una premisa del propio Cruxent: todo lo producido por el hombre tiene alma y espíritu, “y mi tema tenía que ver con esa actitud hacia el material cultural de la sociedades. Se parece a la noción polinésica de mana (fuerza vital), solo que en El Caribe se llama cemí. La idea es considerar a los objetos como personas no humanas que tienen vitalidad, nombre, biografía, historia, reputación y leyenda, al igual que Cruxent” dijo.
 
La programación especial en honor a Cruxent se extenderá a lo largo del año 2011 e incluirá un seminario internacional de antropología jurídica, una charla de cine y demarcación de territorios indígenas, un taller de técnicas arqueológicas; un encuentro de sabios, cronistas e historiadores de Los Altos Mirandinos; una exposición de obras de cerámica y el bautizo de un libro sobre la historia del Centro de Antropología del IVIC, entre otros eventos.
Adicionalmente, se entregará el Premio “J.M. Cruxent”, creado recientemente por el Consejo Directivo del IVIC como un reconocimiento por los aportes dados al desarrollo de la antropología venezolana. El galardón será otorgado cada tres años y en esta primera edición será concedido a los seis investigadores eméritos del Centro de Antropología del IVIC: Érika Wagner, Alberta Zucchi, Nelly Arvelo, María Matilde Suárez, Dieter Heinen y Luis Llambí.
Humanista a plenitud
Además de su carrera científica, Cruxent fue un apasionado de los museos. Dirigió el Museo de Ciencias Naturales de Caracas durante casi dos décadas; y armó el primer montaje de la Sala de Exhibiciones del Centro de Antropología del IVIC, bautizada con su nombre en 1995 y reinaugurada en 2009 con una nueva colección de piezas. Una vez jubilado, fundó el Centro de Investigaciones Antropológicas, Arqueológicas y Paleontológicas de la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda” de Coro, estado Falcón, donde se residenció hasta su muerte en 2005, a la edad de 94 años.
Como si fuera poco, también demostró talento para la pintura. “Muchas de sus obras adornan las paredes del IVIC” aseguró Biord. Asimismo, se esmeró en alentar a sus primeros estudiantes “para que realizaran cursos de posgrado en el exterior. De ese grupo, algunos regresaron al país y lo ayudaron a crear el Centro de Antropología” dijo.
En 2010, el sello editorial del IVIC, Ediciones IVIC, publicó el libro El espíritu de la materia, una biografía de Cruxent escrita por el sociólogo Ferran Cabrero, coordinador de la Iniciativa Indígena del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El texto es la versión en castellano del original en catalán, L’esperit de la matèria (2008), traducido por el mismo autor. La investigación se sustentó en 52 entrevistas, visitas de campo durante el período 2003-2007, y una exhaustiva revisión documental en bibliotecas y archivos históricos de distintas instituciones.
 Un discípulo fiel
Tan catalán como Cruxent, José Oliver se interesó por la arqueología desde muy joven; tanto así, que quería ser como él.
“Conocía todas las leyendas de sus expediciones y era amigo de mi padre. Fue mi consejero estudiantil y me reclutó para que hiciera mi tesis doctoral sobre Falcón, aunque originalmente quería trabajar en la Isla de Margarita” dijo.
Por compromisos laborales adquiridos en el exterior, el contacto de Oliver con Cruxent se fue haciendo bastante efímero.
“Pero pude despedirme de él de una forma más emotiva y sustancial. Lo que más recuerdo son nuestras conversaciones sobre cualquier cosa: arte, literatura y política”.

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